Reconocer los miedos, los puntos débiles de nosotros mismos, y enfrentarlos.  Reflexionar y dejar de escuchar a nuestra mente, a nuestro inquilino, el que siempre está golpeando desde adentro, intentando salir, o también, intentando apoderarse de nuestra fuente de razonamientos. 

Reconocer la maldad, esa maldad que en realidad no existe, que nunca existió, solo  es un ser que le falta amor, y si no hay amor, no hay nada. Algunos eligen la nada, yo hoy, eligo el todo.

Eligo al sol, a la luna. Eligo a mi hermana del medio. Eligo el colchón en el suelo, y a los Rolling en tu almohada. Eligo al cielo con estrellas, y a los días soleados con una sola nube. Eligo tus manos, elijo tu piel. Eligo el amor que me trasmitiste esa mañana en que nos miramos, nos abrazamos, respiramos. Eligo ese momento, ese momento en el que me di cuenta que de ahí en mas, ya nada iba a ser igual. Eligo el hilo que dibujaste en el aire en aquel colectivo. Y en vez de elegir el cielo, elegí tu voz, tu guitarra y a tu viejo.